El artículo argumenta el por qué nace la antagonía política. El librepensador peruano, Miguel Guerra Leon, enfoca las deficiencias de la política a la largo de la historia y del presente.
Antagonía
Política
Por: Miguel
Guerra León (librepensador)
La
política es el arte de gobernar, es el manejo pertinente de un estado. En
consecuencia, la política es la que dirige la historia de un país, es como él
director de orquesta que encamina una sinfonía clásica. “Los políticos
son mayordomos magnificados”, decía Diógenes de Sinope[1].
Mediante una apreciación crítica, nace la antagonía política, que es una
respuesta a la labor de aquellos políticos que tienen como obra, un arte
vulgar.
La
historia enseña que las grandes concepciones políticas fueron concebidas por
culturas que gustaban por la imposición y la esclavitud, como ejemplo tenemos a
la Antigua Grecia y al Imperio Romano, y muy recientemente a los Estados Unidos
y a sus aliados. El artista y licenciado en filosofía, Antonio Palomo Lamarca,
manifiesta: “Existe un peligro, la historia –curiosamente– suele ser
escrita por aquellos que invaden, que conquistan, que matan. ¿Fueron los españoles
los que "liberaron" a los Aztecas?, ¿Fueron los Galos y los Germanos
"liberados" por César? ¿Qué podemos decir de la "liberación"
de almas que la Inquisición y la Iglesia Cristiana deseaba llevar a cabo
mediante el uso de la tortura, el hierro y el fuego?”[2].
radiografía política
Se
podría decir que la estructura política es
una mutación de la
religión, así representaríamos a la Patria como a Dios, al gobernante como al
Gurú, a la constitución como el libro sagrado y al parlamento como al Templo.
A lo largo de la historia, los políticos han desarrollado estilos
personalizados para redactar un mismo discurso retórico donde sus promesas se
asemejan a milagros dignos de un hombre santo.
Las
preguntas son, ¿Cómo está mejorando la política a nuestra sociedad?, ¿Los
políticos están cumpliendo sus promesas?, ¿Se debe esperar las próximas
elecciones para escuchar el mismo discurso? En el carrusel de la vida se
distingue a una ciudadanía electoral que gusta ir a espectar, escuchar y
aplaudir a aquel hombre que luego sufrirá de amnesia. La austera visión de la
población da como resultado sentar en el poder a individuos y luego quejarse de
ellos. En definitiva, una población es engañada porque democráticamente la
mayoría se dejó engañar.
Para
que una democracia funcione, debe existir participación en las ideas políticas
y llenar el vacío en la actitud de los políticos que experimentan las esferas
de poder. “Se debe emplear una reorganización intelectual, moral y política
del orden social”, decía el filósofo Auguste Comte[3],
enfocando su tratado al devenir científico. Sin embargo, Comte olvido que para
reorganizar y/o crear un nuevo orden debía antes liberarse del pasado que
obstruye a un cambio inédito.
El presente esta marcado por un exacerbado poder oligárquico
que normalmente es asolapado por la palabra democracia. Montesquieu[4],
expresó: “La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de
desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad
extrema, que la conduce al despotismo”.
El proceso político seguirá su camino mientras que
la estructura social busque su continuidad. Sin embargo, se observa una
exclusividad del poder político dentro del ámbito del foro institucional. Es
decir, la influencia de la política hace que el poder corrompa o entorpezca la
acción de los representantes del pueblo. Por lo tanto, las obras políticas no
están resolviendo las expectativas del mundo y los ideales normalmente
enaltecidos sólo están produciendo rupturas y un desorden contrario al plan
que prometieron.
Los
políticos hablan de las tradiciones del pasado, queriendo revivir antiguas
concepciones ideológicas que en su momento no resolvieron los problemas que aún
en la actualidad perduran. Los demagogos interpretaran discursos elocuentes
donde utilizaran la energía de los jóvenes y adultos para encaminarlos hacia
una lucha que en realidad desconocen.
Existe
a todo esto otra pregunta, ¿Existirá algún político comprometido a servir al
pueblo y que no se sirva de el? Si la respuesta es afirmativa, nace otra
pregunta, ¿Qué es uno entre tanto poder y entre tanto desorden?
Al
hacer una introspectiva con una realidad más cercana –la peruana–, se
recuerda a Manuel Gonzáles Prada cuando dijo: "En el Perú donde se pone
el dedo salta la pus"[5].
En el presente vemos que la pus se ha vuelto gangrena, el país sufre una
septicemia generalizada que parece no tener cura. Para que la situación actual
del Perú mejore, los peruanos tienen que comprender qué “deben canalizar
la fuerza y energía en sí mismos, y olvidarse de esperar que terceros sean
quienes solucionen sus problemas”. La cosmovisión del peruano está
sujeta a la
vidriera irrespetuosa de los cambalaches. La historia Política del Perú nos
narra que éste país fue conquistado por un español[6],
fue libertada por un argentino [7]
y sufrió dictadura de un japonés[8].
[1]
Filosofo representativo de los Cínicos, conocido por Diógenes Laercio.
[2]
Neurosis
Religiosa: Lo Histórico como producto de la Mente.
[3]
Padre del Positivismo y unos de los pioneros de la sociología.
[4]
Pensador e ilustrador Francés del siglo XVIII. Dedicó su obra a la
justicia y la igualdad.
[5]
Mencionada a finales 1800 como crítica a la política de ese entonces.
[6]
Conquista por Francisco Pizarro en 1531
[7]
Independencia del Perú en 1821 por el libertador Don José de San Martín
[8]
Dictadura del ex presidente Alberto Fujimori entre 1990 – 2000